lunes, 9 de mayo de 2011

No podemos decir que somos españoles

Los comentarios y editoriales que publicamos diariamente o en los días señalados -o específicos, según el asunto- son escritos personalmente por el editor y director de EL DÍA y responsable único de sus contenidos, José Rodríguez. Y desde este hecho y su visión son redactados y dictados. Pero entiéndase que este dictado no es de dictador; es de gramática pura. José Rodríguez, en la plenitud de su razón y, como ha dicho tantas veces, conservando intactas las tres potencias del alma -memoria, entendimiento y voluntad- y de su amplísima cultura, adquirida a través de la lectura diaria de prensa, libros y de cuanto cae en sus manos, y de sus relaciones personales, tiene plenos conocimientos y capacidad para expresar por escrito sus pensamientos. No niega que realiza preguntas y acepta asesoramientos de sus colegas de la Casa y colaboradores, pero lo que finalmente queda reflejado en esos editoriales y comentarios a los que nos estamos refiriendo es producto de una reflexión y redacción personal. Decimos que dicta sus ideas porque su pensamiento corre con más velocidad que manuscribe. La máquina de escribir -último modelo- la tiene como pieza de museo a su derecha en su despacho, y el ordenador no le va. Cualquier nieto suyo le da lecciones soberanas sobre este sistema de la modernidad, dice.

Con este preámbulo quiere decir José Rodríguez que es el autor y el responsable de los comentarios y editoriales. Esperamos haber despejado la duda que persiste en algunos, incluso en algunos de nuestros colaboradores, como es el caso de Emilio Racionero Menasalvas; una persona de nuestro máximo y más sincero afecto que en su sección habitual "En pocas palabras" publica hoy un artículo titulado "La mecha" en el que parece dudar de la autoría de nuestros comentarios y editoriales. Así lo entendemos cuando señala en su artículo de hoy que se resiste "a creer que determinadas expresiones volcadas en los editoriales salgan de su boca o de su pluma". Pues se equivoca.

Don Emilio Racionero -lo repetimos- es una persona seria, sensata, respetable y goza de nuestro mayor afecto. Pero es español. Es peninsular y en su propio artículo se define como español residente en nuestras Islas. "Español residente en esta tierra desde hace ya casi cincuenta años". Un español al que acogemos con la amplitud de nuestro corazón. Don Emilio Racionero es socialista -creemos que sigue siéndolo- que abjuró del socialismo político y no, al parecer, del humanista, porque él sigue siendo una persona muy humana y familiar. Sin embargo, con su artículo de hoy pensamos que ha tropezado interpretando torcidamente lo que fue escrito en uno de nuestros comentarios con la mejor de las intenciones, inflamados -permítasenos este ardor que no lleva mecha- por el patriotismo y por el amor que profesamos a nuestros semejantes y, en especial, a los habitantes de esta Isla y de estas Islas del Archipiélago. Y permítasenos también, antes de continuar, el oxímoron siguiente: somos rabiosamente pacifistas. Compréndase desde esta expresión que no deseamos encender ninguna mecha. Las mechas, cuando se encienden, no las enciende la población, como parece indicar nuestro colaborador cuando se refiere a "acciones violentas por parte de la población canaria". No tratamos de reducir la carga de nuestras palabras, como señala el señor Racionero, al hablar de "algún incontrolado que actúe por su cuenta". La población que mencionábamos en nuestro artículo puede estar en esta Isla o en la de al lado o en cualquiera de todas. Hay un dicho muy corriente, muy vulgar, según el cual el que avisa no es traidor. Y eso es lo que hemos intentado hacer: avisar porque siempre ocurre lo inesperado. "Toujours l'inattendu arrive", escribió el socialista humanista y médico francés de Estrasburgo, prematuramente fallecido, del que hemos leído todas sus obras, Maxence van der Meersch, autor de la famosa novela "Cuerpos y almas". Y quién sabe si lo que no ha ocurrido aquí puede ocurrir cualquier día. ¿Es que se esperaba que la población canaria perdiera su dignidad, pasara hambre y, remontándonos a casi seis siglos atrás, fuera invadida por las tropas españolas y sus mercenarios, apoderándose de lo ajeno y perpetrando la esclavitud y el robo por parte de los españoles? Pues observen bien los lectores que todo eso ha ocurrido y es el gran drama de los canarios.
Seguimos con el accidente de Los Rodeos también mencionado en el artículo de nuestro colaborador. Ese fue un hecho trágico explotado para perjudicar el turismo con una mecha que todos conocemos, pero por prudencia, para no provocar, callamos ahora quien la encendió. Ese accidente fue fortuito y aún está por certificarse de quién fue la culpa. Nosotros, que no nos recatamos y decimos las verdades siempre en beneficio del pueblo, manifestamos hoy que ese accidente no debió haber ocurrido porque esos aviones no debieron haber sido desviados a Tenerife. Siempre ocurre lo inesperado. Y hasta por esto que acabamos de decir hemos sido criticados y cualquiera sabe si nos aparece una demanda de tipo civil o querella penal. Un incidente menor en el interior de un aeropuerto no debió paralizar ni desviar la actividad de la pista de Gando, pero claro, la mala fama se la llevó Tenerife. Aquí hay incontrolados que causan muertes prácticamente todos los días. EL DÍA, por el hecho de publicarlo en sucesos, o por prevenirlo si hubiera sido el caso, o por aconsejar el pacifismo, la no violencia, no está encendiendo las mechas. Ningún predicador desde el púlpito (cosa que ya no se estila) por advertir sobre la moralidad es un inmoral o provoca inmoralidades por parte de los feligreses que lo escuchan. Todo lo contrario.

Y continuamos para acabar. Del MPAIAC no hablamos porque no tenemos por qué hablar. De su líder, Antonio Cubillo, sí podemos decir que es un hombre de formación cultural, universitario, por cuyas ideas políticas fue perseguido. Fue activista desde Argel. No sabemos más porque la mayor parte de sus actos los ignoramos, pero sí sabemos que no ha sido condenado. Antes al contrario, el Estado español, ya en democracia, atentó contra su vida y lo dejó impedido, en silla de ruedas, pero nadie ha podido demostrar que pusiera bombas ni encendiera mechas. No lo defendemos, bueno sea, pero tampoco lo condenamos.

Su posición es distinta, don Emilio. Usted es un español nacido en Madrid, creemos, y reside en Canarias desde hace 50 años. Es decir, vive en una posesión de su nación continental. En Canarias es bien acogido. Es de las pocas personas serias que tratamos. Pero no sospeche que vayamos a encender la mecha, ni tan siquiera que incitemos a que alguien lo haga, que es lo que se desprende de su escrito, pues no incitamos a la violencia. Solamente advertimos porque, recuerde, siempre ocurre lo inesperado. ¿No cree usted que será mejor para evitar estas controversias, estos temores, estos cartuchos de dinamita, estas mechas -"algodón o cáñamo embreado con pólvora en su interior", como dice usted- que Canarias adquiera ya de forma pacífica su independencia y que con nosotros convivan los españoles de buena voluntad, como usted, y que nuestros recursos y riquezas sean nuestros y que no se vayan para los madriles peninsulares, que el pueblo canario no pase hambre y que tengamos, además de libertad, soberanía e independencia -Padre, Hijo y Espíritu Santo, uno y trino-, identidad y dignidad? Usted dice, y con orgullo, que es español. Nosotros no podemos decir que somos españoles porque, rotundamente, no lo somos. Si estamos obligados a decir y escribir que somos españoles lo hacemos por la fuerza del genocidio cometido con nuestros abuelos y la explotación actual en beneficio de los españoles peninsulares. Ni tampoco queremos ser marroquíes. Solo queremos ser canarios de la nación y estado canarios.
·Editorial de el periódico El Día, de fecha 7-05-2011
·Editorial de el periódico El Día, de fecha 7-05-2011 [imprimible]

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