Nació en Donostia, porque allí se encontraba el hospital más cercano, pero Petti creció en Bera, donde tuvo su primera banda con tan sólo 16 años. Rotos unos cuantos calendarios, inició carrera en solitario. La apuesta que le lleva estos días a presentar «On», donde hierve el blues y el rock.
Pasó la frontera de los veinte, la de los treinta y ve aún desde la lejanía la crisis de los cuarenta, de la que se ríe. Se llama Petti, es músico vocacional, de estómago, y acaba de publicar «On», nuevo álbum donde convive salvajemente con el blues, el rock y el folk-rock. Situaciones que el guitarrista zarandea en busca de un trozo de melancolía, de una gota de mercurio febril. Doce títulos que convierten «On» en una cena sagrada capaz de competir con cualquier Dios, nacido en un pesebre o en la casa de la colina. Petti vive en el monte, aislado, con su compañera y un perro de ligera y esbelta estampa llamado Intza, quien parece seguir con detalle los ensayos. Encuentros que se realizan en Berriz, en el caserío de su nuevo batería Ekain (Seiurte...), donde siempre se respira ambiente musical.
¿Con cuántos cruces de carreteras se ha encontrado, qué dejó atrás y qué tomó?
De crío estuve en una banda punkrockera llamada Noise Hole. Después de sacar una maquetilla y de rular por Euskal Herria durante unos tres años, la banda se disolvió. Poco después es cuando empiezo a descubrir nuevos estilos y grupos más difíciles de escuchar y asimilar. Fue la época de Zup, donde tocaba la guitarra y cantaba. Eran los días en los que en Bera salieron grupos como Gutariko Bat o Borrokan. Tras dos años en Zup y la grabación de una maqueta, empecé a componer temas propios, al tiempo que reunía fuerzas para salir a tocar en solitario, hecho que al principio fue un verdadero acojone. Tiempo después, ese pánico escénico ha pasado a convertirse en la mayor droga que jamás se pueda probar. Desde entonces, he grabado ya cuatro discos en solitario y alguna que otra colaboración. Para este año preparo algo en onda folk-rock, pero no puedo adelantar más.
¿Qué otro instrumento que no toque le hubiese encantado interpretar?
Me gustaría tocar mogollón de instrumentos, pero ya tengo bastante con la guitarra. No soy de los que se curran mucho el instrumento, puesto que lo utilizo como un complemento de la voz, pero, si tuviera que elegir, me gustaría aprender a tocar el saxo y el piano, cosa que no descarto.
Si pudiera retroceder en el tiempo, lo que desee, ¿a qué músicos les daría las gracias?
La verdad es que no me gustaría retroceder a ninguna época. No creo que haya tenido momentos mejores que los que estoy viviendo ahora mismo. No me arrepiento de nada de lo que haya hecho. Lo que sí haría, si pudiese, sería cambiar las muchas cagadas que he cometido con cierta gente, así como conmigo mismo. Pero lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás. Las gracias se las daría a todos los músicos que han estado a mi lado, los amigos que he hecho en los conciertos, la gente de los locales que me han llamado; pero, sobre todo, a mi familia, a los amigos que me han apoyado y, si cabe, a los que no me quieren, porque me dan más fuerzas para seguir.
¿Ha vertido lágrimas por alguna canción, por un concierto en directo?
Más que las canciones, creo que son las situaciones las que te llevan a eso. La época en la que grabé el primer disco, «Amets bat», fue muy dura porque todavía no sabía quién era ni lo que quería. En ese disco hay un tema, «Egun bat gehiago», que lo grabé llorando. Estuvimos a punto de volver a grabar las voces, pero al final decidí que sería mucho más real dejarlo tal y como estaba, puesto que nunca se podría mejorar el sentimiento que la canción posee de esa manera. Es lo que tiene la música, que puede hacer que llores, que rías, que sufras y que disfrutes.
¿Cuenta con alguna canción que la ame más por la letra que por la música?
Hay muchas que me llegan más por la letra que por la música, pero me pasa sobre todo con gente de aquí. Seguramente por que hablan de lo que vivimos. Los grupos de fuera siempre me entran más por la melodía o la fuerza que transmiten. Destacaría por sus letras a Bide Ertzean, Txuma Murugarren, Ruper Ordorika, Morau, Rafa Rueda... En lo que a mis temas se refiere, «Arrazoiak», el segundo álbum, es el disco más íntimo que he grabado y a la vez en el que más sobresalen las letras. Son mucho más crudas que los de todos los demás discos.
«Bakardadea ehizan» gira hacia el country-rock y el rock sureño, novedad sonora en su estilo. El corte cuenta con la participación de Anje Duhalde, al que le va muy bien el estilo y la melodía. Gran canción, por cierto.
Este fue el último tema que compuse antes de entrar a grabar «On». Llevaba una temporada escuchando grupos viejos en la onda de Dream Syndicate, Cracker, Drive by Truckers y similares. Me imagino que eso habrá influido a la hora de componerlo. La verdad es que a mí también me pareció raro que me saliera esa vena country. El hecho de grabarlo con Anje Duhalde fue también por otra casualidad. Coincidimos en Kafe Antzokia de Bilbo en una fiesta del local y Anje me comentó que si me apetecía preparar un tema para cantarlo juntos en alguna ocasión, que adelante. Conociendo los gustos de Anje, Rafa Rueda y yo creímos que ese tema era para él, y acertamos.
«Galdutakoak» nos deja al lado del soberbio tema de ZZ Top «Blues del pantalón vaquero». El caso es que usted nos deja igual de turbados.
Es un tema basado en la letra que Xabier Montoia me pasó hace unos seis años. Es un texto duro (sobre lo frágil de la amistad) que iba a grabar en el disco «Etxeko uzta», pero al final me rajé porque en aquella época no estaba totalmente de acuerdo con lo que decía. Hay muchas maneras de interpretarla y habrá mucha gente que no comparta lo que dice, por una u otra razón. Esta vez estimé que era un buen tema y que no merecía que se quedara en el ordenador.
Vive en un entorno rural, un buen lugar para sentir el blues, pero también cuenta con una banda versátil: blues para «Xorieri mintzo zen» y luminosidad pop para «Errangabeko hitzak» ¿Le da vueltas la cabeza?
Los temas que comentas son, para mí, los dos mejores del disco. «Errangabeko hitzak» salió después de ver la película «Amélie» y es el único que está compuesto sólo con el teclado, aunque luego lo cambio a la hora de tocarlo en directo. «Xorieri mintzo zen» parte de un día que estaba blueseando en casa y me puse a leer un librillo de canciones tradicionales. La producción de Rafa fue la que consiguió trasmitir la fuerza y ese toque a lo Tom Waits que tiene el tema.
lunes, 4 de febrero de 2008
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